
Era ese preciso momento en el que la luna y el sol comparten el cielo, pero era la luna quien ganaba la partida y el frescor de la noche empezaba a colarse por las mangas de mi camiseta.
Avanzábamos todo recto, por una carretera interminable que parecía llevar a ningún lugar, y en la que no se oía ningún sonido a parte del motor y tubo de escape de su enorme moto negra, y el persistente zumbido del viento en los oídos.
Me abracé a su cálido cuerpo y recordé las palabras que susurraba apenas un par de horas antes:
-Estoy harto de todo esto, te juro que me iría ahora mismo si no te hubiera conocido...
-Pues vámonos.
-¿Lo harías? ¿Vendrías conmigo a cualquier lugar?
Sonreí a su espalda mientras le estrechaba más contra mí. Fue entonces cuando lo supe…
Iría contigo al fin del mundo.

-Me encanta tu sonrisa, la adoro. Adoro tus abrazos, tus besos y tus chistes malos. Me encanta que me hagas reír, que me busques mis cosquillas aunque no tengas suerte. Me gusta cuando me miras y cuando sonríes sin ninguna razón porque te devuelvo mi sonrisa, esa que te vuelve loco. Me encanta que cuando hables, aunque el tema no vaya conmigo, que no pares de mirarme ni un sólo segundo. Adoro que me hagas sorpresas y bromas, esas tan peculiares en ti, y que cuando me enfade por tonterías, vengas a los cinco minutos y resuelvas todo. Me encanta que me digas que te cuente algo, porque sabes que lo odio. Adoro tu forma de hablar, tus gestos y tu aroma. Me encanta estar contigo porque se me olvida todo. Adoro que me llames por teléfono y que me digas que sólo es para escuchar mi voz.Supongo que en realidad, no adoro todo eso. Me gusta solamente porque lo haces tú, porque es a ti a quien, realmente, quiero más que a nada.

(L)
ResponderEliminartu blog es buenisimo, cada entrada mejor que la anterior :)...buenos sentimientos tienes tu claro que si. Espero que todo te vaya bien en esta vida eh :D
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