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jueves, 2 de diciembre de 2010

Aprovechalo

Paseas por la calle. Sin un destino fijado. Sin el sentido del tiempo. Con la mirada perdida y el móvil apagado. La gente te adelanta, te pide paso y te dan las gracias. Una media sonrisa sirve para responderles. No tienes hambre, ni sueño, ni sed. Te han echado del trabajo, ¿qué recibes a cambio? 500 míseros euros de paro, y piensas: ¿Realmente los necesito? Podrías desaparecer, irte lejos, donde nadie te conociera, empezar de nuevo, pero joder tienes dos hijos. Sigues caminando, piensas en la discusión que tuviste con tu mujer antes de salir de casa por que no había dinero suficiente para la compra del mes, recuerdas que saliste dando un portazo…que eran las 12 de la mañana, y ahora son las 6 de la tarde y sigues sin volver a casa. Te preguntas si estará preocupada, la verdad es que tienes muchas ganas de abrazar a tus hijos, de decirle te quiero a tu mujer, pero sigues caminando. Delante de ti hay un hombre, un indigente, no tiene dinero, y te pide un euro para comer. Tú sabes que lo tienes, pero le dices que no con la cabeza. Te sientes culpable, piensas en ello, te sientas en un banco y lo miras desde lejos. Alguien le da dinero, y va a por un bocadillo al bar, sale, se lo va comiendo poco a poco, y ves que empieza a hacer trozos pequeños de pan y le da de comer a las palomas del parque. Te sientes aún más culpable. Comienza a chispear, te sorprendes, hace un momento hacía sol. Te levantas confuso y empiezas a caminar lento, el indigente se te acerca, parece tener un paraguas, tu te apartas, pero se vuelve a acercar, acerca el paraguas y os cubre a los dos, y entonces es cuando tu culpa alcanza niveles insospechado y te preguntas, que qué haces allí. Piensas que tienes una familia preciosa en casa y que podrías estar con ellos, te preguntas que aria el mendigo en tu lugar. Entonces sonríes, te metes la mano en el bolsillo y sacas muchas monedas, se las das apresuradamente al mendigo mientras corres hacía tu casa con prisa. En el camino piensas: ¿vale la pena en realidad perder un tiempo tan valioso enfadándose o amargándose? ¿Quién quiere abrir los ojos para ver que ya no queda nada que entender? Nadie tiene la culpa de que la lluvia decida empapar los sueños escritos en charcos secos los días de sol. Nadie tiene la culpa de tu despido, y menos tu mujer y tus hijos.

Corre a casa, no es demasiado tarde, corre tu que puedes, hay gente que lo ha perdido todo y que ni siquiera tiene con quien discutir, no tienen a quien echarle la culpa, no tiene a quien abrazar, ni a quien besar. Tú si. Aprovéchalo, y deja de lamentarte.


Pequeñas cosas insignificantes.

1 comentario:

  1. Hola:)
    Tu blog es perfecto me encaaaanta :D
    Me hago seguidora tuya desde YA!
    me sigues?
    letmetrembling.blogspot.com

    xoxo

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